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La adhesión de Croacia a la Unión Europea

Ria Ivandić, joven croata estudiante del Máster en Ciencias Económicas del Barcelona Graduate School of Economics
Ria Ivandić, joven croata estudiante del Máster en Ciencias Económicas del Barcelona Graduate School of Economics

El primero de julio en la mayoría de las ciudades europeas solo será otro caluroso día menos en la cuenta atrás para el primer día de vacaciones o el final del agotador periodo de exámenes para los estudiantes. Sin embargo, a unos mil kilómetros al este de Bruselas, este día será todo menos normal. Después de un accidentado decenio de jugar al gato y al ratón entre los poderes en Bruselas y Zagreb, Croacia se convertirá oficialmente en el 28.º Estado miembro de la Unión Europea. Sin duda se descorcharán varias botellas de champán. No obstante, no sabemos mucho sobre la resaca del día siguiente; ¿perdurará el dulce regusto del champán durante la próxima década o se dirige Croacia a su peor dolor de cabeza?

 

De lo que no hay dudas es de que la adhesión de Croacia a la UE ha sido un camino largo y desigual. Croacia solicitó la adhesión en 2003 y el Consejo Europeo le otorgó el estatuto de país candidato a mediados de 2004. Las negociaciones a tal fin comenzaron en octubre de 2005 junto al proceso de selección. Varios asuntos complicaron y alargaron el proceso de adhesión: conflictos fronterizos con Eslovenia, la cooperación con el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TPIY) y los necesarios requisitos institucionales. Finalmente, Croacia terminó las negociaciones el 30 de junio de 2011 y el 9 de diciembre de 2011 firmó el Tratado de Adhesión para convertirse en el miembro vigésimo octavo. 

 

Por otro lado, Croacia fue todo un ratón en este juego del gato y el ratón. La insistencia inicial de la importancia de la adhesión a la UE para el futuro de Croacia fue más bien impuesta por el régimen en el poder, y los ciudadanos croatas no estaban muy convencidos sobre ciertos aspectos políticos y económicos. Las encuestas de opinión han mostrado tendencias extremadamente volátiles, desde picos del 80% hasta mínimos del 20% de apoyo, aunque en el último par de años la opinión pública croata se ha mostrado generalmente a favor del proceso de adhesión a la UE. Ocasionalmente se han producido repuntes de euroescepticismo, como durante abril de 2011 tras una sentencia negativa del Tribunal de La Haya en el caso de los generales Gotovina y Markač. Además, especialmente a principio de los años 2000, el Gobierno puso en marcha numerosas campañas informativas para revertir esta caída de los apoyos y para clarificar los futuros cambios institucionales. El 22 de enero de 2012 se celebró un referéndum sobre la adhesión, con un 66,25% de los votantes a favor de la adhesión y un 33,13% en contra de dicha unión. Sin embargo, con solo un 47% de participación, el electorado dejó ver su indiferencia y resignación.

 

Quizá la nota agridulce de la adhesión de Croacia a la UE esté marcada por el contexto de los tiempos en los que esta se produce. El analista político croata Višeslav Raos explicó que «[los croatas] saben que la Unión Europea no es la panacea de todos los problemas económicos y sociales. La propia UE está en una especie de crisis, y eso se percibe en la adhesión de Croacia». En el contexto de la actual crisis económica e institucional que ha hecho tambalearse a uno de los pilares de la Unión Europea, su Unión Económica y Monetaria (UEM), incluso un observador imparcial ha de valorar cuidadosamente los costes y beneficios de la pertenencia a la UE. Aparte de la tendencia hacia la predominancia de las restricciones monetarias de la línea dura del Banco Central Europeo (BCE), la UE ha sido ampliamente criticada por los defectos de su diseño institucional, que están en el origen de su incapacidad para seguir una política fiscal y monetaria expansiva. Por otra parte, podría decirse algo parecido de la propia Croacia, donde una política monetaria rígida ha buscado, independientemente de la UE, la estabilidad de precios desde 1993. Definitivamente se ha obtenido un importante beneficio de las significativas reformas económicas e institucionales acometidas en Croacia durante el periodo de negociaciones desde que se firmara el Acuerdo de Estabilización y Asociación (AEA) en 2001.

 

Desde una perspectiva económica, uno de los aspectos clave de unirse a la UE es la incorporación al mercado único, que cuenta con unos 500 millones de clientes potenciales, que de hecho fue uno de los primeros motivos para su fundación. Los beneficios de unirse al mercado interior de la UE a 12 se han calculado en un aumento del 6,7% del PIB (LSE, 2011). El mercado único, una de las mayores áreas económicas y comerciales del mundo, ha demostrado ser un modelo útil para competir en el mercado global con su cuota del 25,8% del PIB mundial (Estados Unidos tiene el 22,9%). No obstante, entrar en el mercado único requiere una política de competencia universal, el cumplimiento de las normas del mercado y la reducción de costes monopolísticos así como la prevención de distorsiones del mercado tales como las ayudas estatales y la liberalización de industrias y mercados previamente regulados. Este es el complejo y extensivo marco al que se incorporará Croacia en 2013 y que ha suscitado, como era razonable, dudas sobre la preparación de la economía croata para los retos que traerá consigo el mercado único. La UE a 27 representa cerca del 60% de las exportaciones e importaciones croatas (CBS, 2012) pero el segundo mercado por su importancia son los países vecinos del acuerdo centroeuropeo de libre cambio (ALCEC) cuyo acceso se restringirá con el incremento de los aranceles y derechos de aduana (sobre todo en agricultura y alimentos procesados) originarios de Croacia. Una preocupación especial son los aranceles y regulaciones específicas sobre seguridad en la agricultura y la industria alimentaria que podrían minar el potencial exportador de Croacia, y el Gobierno ha hecho muy poco para preparar a los agricultores para los fondos de la UE, mientras que los fondos preadhesión para la agricultura han sido subutilizados hasta ahora. Lejour et al. (2007), sin embargo, estiman que, en conjunto, el efecto en Croacia será positivo, con un aumento del 1,1% del PIB y un 2,6% de aumento del consumo, a pesar de la salida del ALCEC. No obstante, tales estimaciones deben tomarse con cierto nivel de incertidumbre debido a la recaída de la UE en la recesión, que impedirá que esta proporcione el potencial de consumo necesario para alimentar las exportaciones de Croacia. Esperemos que la crisis de la UE no afecte a la economía croata que ya tiene el tercer nivel de desempleo y el segundo nivel de empleo más bajo de toda la UE.

 

Por otro lado, aunque Croacia tiene un largo camino por delante antes de adoptar el euro, los estrictos requisitos postcrisis para entrar en la Unión Económica y Monetaria —esto es, los requisitos del Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC) en términos de déficit público (un máximo del 3% del PIB) y de niveles de deuda (un máximo del 60% del PIB)— deberían contribuir a la solidez de las finanzas públicas.

 

La adhesión de Croacia a la Unión Europea es sumamente compleja, con efectos variados en aspectos que escapan de las implicaciones económicas, por lo que el futuro no puede juzgarse de manera clara y determinante. Solo nos cabe esperar que, mientras los políticos en el poder descorchen el champán el 1 de julio y posen felices para la prensa, tengan en mente que el 2 de julio el Gobierno deberá continuar teniendo un importante papel en la economía nacional y en las relaciones exteriores con la UE, ya que la capacidad política es crucial para cosechar los frutos de este histórico proceso.

 


Ria Ivandić, originaria de Zagreb, está finalizando un Máster en Ciencias Económicas en la Barcelona Graduate School of Economics. Se considera a sí misma una aprendiz de todo pero, por ahora, maestra en nada, y se encuentra actualmente en una búsqueda ecléctica de la felicidad.


Traducción por Daniel González Herrera.

 

Referencias: